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Médicos para el alma: cómo vivir cuando se padece una grave enfermedad

24.03.2015 00:41

Médicos para el alma: cómo vivir cuando se padece una grave enfermedad

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La mayor parte de su tiempo Mary Cardona, una caleña raizal, está viajando por el mundo enseñando cómo ser un héroe de la propia vida, tener alma de triunfador e “insistir, resistir y persistir”. En eso lleva 16 años. 

Ha sido maestra de muchos en el arte de ser feliz. Y ahora es maestra, desde la experiencia, del saber vivir cuando se padece una enfermedad.

Todo empezó el  8 de agosto de 2014, en Quito, Ecuador. “Estaba en un  curso y al llegar  a descansar y quitarme el brasier, sentí un bultico en el seno. Hacía un año había tenido una mamografía que salió  perfecta y  en menos de un año, después, el diagnóstico mostró un cáncer de segundo grado en mi seno izquierdo, un tumor de 44.6  milímetros”, cuenta Cardona.

“Mi primera reacción fue quedarme paralizada,  pelear con esto y decir 'No vuelvo a enseñar' porque para mí no tenía lógica, no era coherente que una mujer que enseñara salud estuviera enferma”, reconoce. 

Durante seis meses ha tenido su  proceso de quimioterapia que ella misma reconoce “no ha sido fácil”; y en abril se someterá a una mastectomía. “Yo tenía que vivir la historia de la enfermedad desde el otro lado”, dice.  

Por eso, desde su experiencia, Mary Cardona ofrece para los lectores de El País algunos antídotos para que paciente y familias sepan cómo afrontar esos diagnósticos médicos que ponen a tambalear al más fuerte. 

1. Hay que llorar, no contener

“Al día siguiente de recibir mi diagnóstico, Sandra, una de mis hermanas, me consiguió una cita con Santiago Rojas. Llegué golpeada y sin haber derramado una sola lágrima y lo primero que él hizo fue darme gotas para llorar porque yo estaba contenida y me dijo que  así no me podían hacer nada. Uno no lo cree, no lo entiende, esto es como el duelo y debemos pasar por sus cinco etapas: negación, ira, encerrarse en sí mismo,  renegociar con la vida y  aceptar. Entre  más rápido se vivan, mejor”.

2. La enfermedad, una oportunidad para cambiar la manera de vivir

“A veces nos toca aprender por las malas. A veces hacemos lo urgente y olvidamos lo importante. En mi caso, este  ha sido  un proceso especial para reencontrarme conmigo y para eso digo que la enfermedad es un amigo fiel que te ayuda, si aprendes a escucharlo, a saber lo que está pasando dentro de tí. 

Yo tenía que encontrarme conmigo, volver a encontrar a mi familia, encontrar tiempo  para mí porque trabajaba como una loca, la enfermedad te lleva a hacer una pausa en el camino. Es una parada obligada para poder empezar a vivir”.

3. Familia y amigos: compañeros de dolor y batalla

“La familia así como los amigos son un factor fundamental en ese proceso de enfermedad  porque hay muchos momentos en que uno como paciente se cae. Aunque manejo la mente, en mi segunda quimioterapia lloré tres horas y fue tan dura mi reacción que dije 'Yo no voy a aguantar'. Y mi hija se paró al lado mío y me dijo 'Mamá, esto también va a pasar, tú siempre lo enseñas'. Esa fue una cachetada.

Así que hay que aprender a llorar con la familia, hablar del dolor que se siente, del miedo porque todo el mundo tiene miedo. Hay que empezar a compartir ese dolor y los dolores compartidos son menos duros  y hablar de ellos nos hace quitar un poco el miedo; y enfrentarlo juntos, lo hace más fácil”.

4. Una oportunidad para crecer

 “Nadie se imagina la culpa que uno como paciente a veces siente. Mi dolor más grande es sentir  el dolor que le causo a los míos, pero hoy entiendo, que es algo que tenemos que vivir, no me gusta, no es fácil, uno quisiera que ellos no lo vivieran; pero es un aprendizaje para todos porque hemos crecido”.

5. No sobreproteger al paciente

“Cuando uno se enferma todos quieren sobreprotegerte, de hecho lo primero que todos pensaron cuando empezó mi proceso, fue ‘Hay que cerrar la empresa' y mi reacción fue ‘Olvídense. No puedo dejar de trabajar porque mi trabajo es mi vida’. Hay días, por ejemplo, que con la quimio uno no se quiere parar, pero tampoco se trata de que le digan 'Ay tan flojo, levántese'. Pero tampoco  de que lo enfermen más, no es para que le  digan 'Ay,  no se pare', 'No se haga'.  Jamás empobrezca a la gente porque cuando lo vuelve un pobrecito, le hace perder su poder y hay empoderarlo, ayudarlo”.

6. Brinde frases de aliento

“Debe primar  un lenguaje positivo con frases como  'Esto va a pasar', 'Todo está bien', 'Es solo un aprendizaje más'.

 Si una persona repite una y otra vez algo, se convierte en una realidad en su vida. Al principio de pronto el paciente no se lo crea, pero si cada vez nos dicen 'Te veo mejor', 'Cómo haz mejorado', eso lentamente hace que la gente vaya cambiando. La gente se cree los cuentos que le digan o cuántas veces no le dijeron que no era bueno para las matemáticas. Entonces, ¿por qué no crearse el cuento de que lo podemos lograr?”. 

7. Deseche lo que no sirve

“Hay que entender que la gente nos puede decir miles de cosas pero  usted decide qué se cree y qué no. Además, no es solo el trabajo de los doctores, uno tiene que ayudarse y cancelar todo aquello que sea negativo. Tome  lo que le sirva y bote todo lo que no le sirva. Porque  va a llegar gente con muy buenas intenciones que no sabe decir las cosas. Pero no diga 'Oiga, cómo está de amarilla', 'Yo la veo a usted llevada', eso va entrando en la mente de uno. Y si se quiere convencer de esto último  haga el ejercicio: entre a su oficina y dígale a un compañero que lo ve mal; y  si varios le dicen lo mismo, en distintos momentos,  de seguro, en unos horas, el personaje estará en urgencias. Creer, crea realidades”.

 Vivir para sanar 

Verle la cara a la enfermedad ha hecho que hoy Mary Cardona promueva lo que ha denominado ‘Médicos del alma’, una red en la que personas de diversas profesiones están dispuestas a ofrecer apoyo y acompañamiento a quienes lo requieren. 

“Médicos del alma   es una red que busca reunir un grupo de personas, voluntarios, que quieren ayudar a dejar una huella en el mundo, de diferentes maneras. No hablamos solo de médicos salidos de la universidad, ni de enfermos físicos. Si no de personas dispuestas a ayudar a los demás”.

“En nuestro grupo tenemos médicos físicos,  emocionales, de compañía,  de apoyo, de oración, financieros, entre otros. Son personas dispuestas a muchas labores, por ejemplo, si alguien no tiene quién le acompañe a su cita médica, algún ‘médico del alma’ estará ahí para atenderlo; o si alguien no tiene con quien ir al cine, alguien estará dispuesto a acompañarlo”.

“A veces desconocemos cuánta gente  se muere de soledad. Y muchas veces lo único que necesitamos es alguien que nos envíe un mensaje por Facebook o por Whatsapp diciéndonos ‘Sigue adelante’, ‘Aquí estamos’, ‘Vamos, adelante, tú puedes hacerlo’”.

Médicos del Alma  tiene su perfil en Facebook y en Twitter como @Medicos_delalma  

“Uno se muere  de lo que se tiene que morir y para mí la historia no es el miedo de la muerte. Una vez Santiago Rojas decía que la muerte debe ser tu compañero en el carro, es algo que lo acompaña a uno, siempre está ahí al lado. Así que hay que estar preparado todos los días para morir porque hoy sales y no sabes qué pasará”.

 

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